El azafrán estimula las secreciones salivares y gástricas de manera que favorece la digestión, gracias a su contenido en picrocrocina.
También, ayuda a prevenir la formación de piedras en la vesícula biliar y a reducir los niveles de colesterol, por la acción de la crocetina.
Además, la crocina, su principal componente, lo convierte en un potente antioxidante natural, que ayuda a prevenir el envejecimiento celular, protege al cerebro del estrés y, por tanto, mejora la memoria. Por este motivo, actualmente se estudian sus posibles efectos protectores frente a enfermedades neurodegenerativas.
Gracias a esta capacidad antioxidante, también previene las enfermedades cardiovasculares, la neuropatía diabética y los problemas de visión.
Al azafrán se le han atribuido también propiedades antidepresivas y sedantes, que ayudan a combatir el nerviosismo y la ansiedad.
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